Fuente: GrupoMascarada.com
Esta es una de las frases más repetidas dentro del mundo carnavalero cuando terminan todos los actos de la fiesta en los diferentes municipios de la geografía de Tenerife. Pongamos que es por el mes de marzo, casi como este año llegando casi a Semana Santa.
Componentes que llevan casi sin parar desde septiembre, en donde restan tiempo a su familia, a sus hobbies, horas de sueño… todo para que salga a la perfección. Todas las horas de ensayo se hacen pocas para cuadrar toda la actuación y que nada quede abierto a la improvisación.
Y llega el tan ansiado día, donde desde que te levantas por la mañana tienes un cosquilleo por todo el cuerpo, vas a trabajar pero sin muchos nervios (si no has podido pedir el día libre), comes algo rápido y vas corriendo al local de ensayo para preparar todo con paciencia (ropa, espaldares, tocado, maquillaje, atrezzo…) .Cada uno sabe que es una pieza fundamental de un puzzle perfecto.
Van pasando las horas y llega la guagua al local de ensayo, echas un vistazo a tu alrededor y ves las caras de tus compañeros/as, serias (con responsabilidad), pero siempre una sonrisa en la boca que demuestra que aunque haya nervios se disfruta con lo que se hace.
Ya están todos y vamos al concurso, algunos escuchan que están cantando los demás en el trayecto. Otros al contrario, sólo prefieren estar concentrados en lo suyo que es lo más importante.
Al llegar al Recinto Ferial, ves al resto de compañeros. Algunos con caras de tranquilidad tras ya haber actuado y en un ambiente más distendido entre risas y anécdotas. A los que todavía están en espera, se les ve concentrado. Es el momento de estar lo más unidos posible para hacer piña y que los demás compañeros de escenario sepan que están para ayudarse entre todos.
Y llega el momento el salir al escenario. Pero antes hay que estar en la rampa de espera; donde escuchas los últimos acordes o estrofas del grupo anterior y entonces acaban y parece que se para el tiempo. Te toca de salir y luchar por lo que tanto tiempo has estado esperando, por lo que le has dedicado muchas horas de ensayo. Ahí lo das todo, sabes que el reloj es el que manda y cuando te vengas a dar cuenta ya estarás fuera del escenario.
Se acaba la actuación casi sin poderla saborear. Te bajas y disfrutas con los compañeros de los abrazos, contando hechos que han sucedido en la actuación para mejorar en los fallos o para sorprenderse de hechos inesperados pero que han salido bien. Respiras, te sientes aliviado.
Ahora sólo queda el fallo del jurado y disfrutar de la calle. Si hay premio, mejor, pero, si no, el disfrutar de la calle es el mejor de los premios para algunos. Toca actuaciones, coso, cabalgata… de un lado para el otro; viernes, sábado, domingo, así durante varias semanas. Y cuando todo acaba… te planteas ¿seguimos o no?
Pero solo una cosa para acabar: ¿te vas a quedar sin vivir todo esto?
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