Murgas Infantiles

Concurso de Murgas Infantiles de Tenerife: Segunda Fase

Murgas Canarias

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Por María Plasencia

La animación en la pantalla led del Recinto Ferial, emulando a los soldados imperiales de La Guerra de las Galaxias parecía un avance de lo que acontecería en la segunda fase del concurso de murgas infantiles: Una batalla estelar con tres nombres propios: Rebobinados, Mamelones y Distraídos. Mejor los primeros, que se graduaron con nota. Distraídos visitó un futuro desesperanzador pero que conquistó al público. Mamelones, pese a firmar una actuación por debajo de lo esperado, se unió a la pugna por ser de los mejores de la noche. Merecedor de mención el avance de Castorcitos, tanto en letra como en afinación.

Un hechizo para recuperar el uso de las trompetas, que parece haberse olvidado entre las murgas infantiles, fue el arranque de la segunda fase. Guachipanduzy, que estrenó pasacalle y despedida, mostró un repertorio realmente infantil y divertido. En el primer tema, se convirtieron en hechiceros para lanzar conjuros de toda índole, desde «trastadas para hacer en el cole como cambiar el potaje por hamburguesas» a «hacer saltar a los canariones al campo en el minuto final». Hechizo reivindicativo al cerrar la canción para «a los niños ayudar» y anunciar un menaje claro: «Quiero un mundo mejor». Más simpáticos en el segundo tema, «hecho por y para los niños» según anunció su directora Lara Coello. Así, se dirigieron a los adultos para inquirirles por qué «me limpias con saliva cuando me ensucio» o «heredo siempre la ropa de mi hermano mayor». Tras ridiculizar la moda de la juventud de mamá y papá, se preguntaron cómo se comunicaban entonces «sin móvil e internet». Y crítica a los mayores para terminar, por no convertir su diversión en competitividad en el fútbol y en las murgas.

A continuación le tocó el turno a Rebobinados, arrolladores desde los primeros instantes de su actuación que iniciaron recordando sus cuatro años anteriores en el Carnaval. Al ver su actuación queda patente el trabajo, el ensayo, el esfuerzo y las ganas y la ilusión que transformaron en 30 minutos impecables. Su fuerza es el mejor aval, junto con unas letras cuidadas, obra de Carlos Casanova, y una puesta en escena soberbia. En el primer tema se convirtieron en Pinochos y revelaron muchos mentiras. De los niños («me duele la barriga cuando ha pescado pero si llega el postre me mando todo el helado) y de los adultos, con una retahíla de esas cosas que se les dice los pequeños: el hombre del saco, si ves la tele cerca te quedas ciego, tómate el jugo que se le van las vitaminas,… Al final admitieron que son «grandes pintores» antes de confesarse como los autores del cartel.

Explotaron más en su segunda canción, convertidos en orlas literalmente. Similar a lo que ya hiciera Rebeldes hace tres ediciones, desgranaron situaciones habituales etapas educativas: En Infantil, «solo llorar y jugar con plastilina y para aprenderse las vocales, cantaron solo con cada una de ellas, cuestión que tiene su mérito. En Primaria, algo más creciditos, aprendieron a leer y a escribir «pero también sumé amigos y dividí lo que tenía para compartirlos». En Secundaria llegaron a la edad del pavo «malcriados y todo el día wassapeando» y en Bachiller se convirtieron en casi adultos para elegir su futuro profesional. Lo auguraron negro, «con tasas por las nubes y sin becas». Cierre magistral que sirvió de homenaje a sus profesores.. Calificación final: Sobresaliente.

Un escalón más en su propia historia es lo que subió Retorciditos, dirigidos por el veterano Fran Conde. Ataviados de vagabundos aprovecharon su fantasía para envolver su primer tema, en el que compararon el recorrido que deben hacer con el carrito de la compra con las carreras de Alonso y recordaron que como niños piden dinero porque por todo se paga y porque los materiales están cada vez más caros. Simpático final en el que lanzan a la basura el cartel del Carnaval. Igual de críticos en el segundo, improvisaron el programa de televisión Hay una cosa que te quiero decir, en el que entregaron cartas al ministro José Manuel Soria (recriminando la autorización de las prospecciones en las Islas); a la población de Gran Canaria (riéndose del momento en que confundieron un barco con un avión en el mar) y Fernando Ballesteros (al que enseñaron a sumar el aforo del concurso de murgas infantiles).

Con una fantasía espectacular se presentó Mamelones, que siempre destaca por el trabajo de Javier Torres Franquis. Sus dos temas sirvieron para denunciar un batiburillo de cosas, quizá demasiado ya que provocaba que en ocasiones costara seguir el hilo. El unicornio de su disfraz sirvió para dar una vuelta por Santa Cruz de Tenerife para visitar a los que «cada vez que llueve sufren» o comprobar «el aire cargado de la ciudad». La complicidad con el público la ganaron gritando felicidad, antes de dar un cambio brusca para denunciar la violencia y las petroleras.

Mejor en la segunda canción, en la que buscaron explicación a todo tipo de cuestiones, desde el maltrato animal a de nuevo las prospecciones. Momento álgido al criticar aspectos del Carnaval: ¿por qué mis padres se quedaron en la puerta? y ¿por qué el cartel es tan feo?… Y ellos lo hicieron mejor sobre la marcha. Y es que si los adultos les preguntaran a los niños «solucionaríamos los problemas». Fuerza en la interpretación y buena afinación, la salvedad para ser una actuación excelente fue la dicción.

El espectáculo está asegurado con Distraídos. La murga que dirige Giany Pérez sabe explotar la puesta en escena, que le ha servido para estar en el podio durante los últimos años. Repetir fórmula le sirvió sobre todo en el segundo tema, en el que siguieron el esquema de canciones de carnavales anteriores. Apelaron ala canariedad en su primer tema, en el que anunciaron ser más canarios que el gofio. Golpes magistrales como la demostración de cómo ponerse un fajín o un juego en el que dejaron patente que el público conocía mejor a Cristiano Ronaldo que a Marcos Ledesma (Pérez. no lo gritó el público , aunque en realidad apenas se emplea). Hablando del paraíso canario no podía faltar la denuncia del paisaje que «se habría cargado el petróleo». Final visual con un doble mosaico en el que primero mostraban nombres de localidades isleñas y al girarlo la bandera canario. Listo para aplaudir.

Su punto fuerte quedó patente en el segundo tema. Una murga dividida en varias, al igual que hicieran con los deportes de riesgo hace dos años. En esta ocasión, cada grupo reflejaba un área concreta en el año 2050: deportes, educación, sanidad, carnaval y cultura. Empezaron con una murga del futuro con solo 13 componentes y maquillaje con permanente para que dure todo el mes. El grupo de deporte reveló la falta de medios para hacer ejercicio, tanto que «el balón se desinfló», mientras que los que representaban a la sanidad se quejaron de las esperas porque «solo hay un termómetro para siete niños». El tema elevó el nivel en los dos tramos finales, primero para revelar los recortes en el aula que provocan que niños de Primaria y Secundaria estudien en la misma clase o que se hereda el libro de la tatarabuela, y todo el árbol genealógico posterior. Final dedicado a la telebasura con el que terminó de llevarse al público al bolsillo.

Castorcitos fue la sorpresa de la noche. Si Retorciditos subió un escaló, la penúltima murga en actuar elevó al menos una escalera. Con mejor vocalización y musicalidad que en ediciones anteriores, el grupo planteó una actuación de menos a más. Primero analizaron la actualidad desde la óptica de un bebé, que avisa que no hay clases porque falta el profesor «y las becas son un lujo» o a la sanidad por los recortes y las listas de espera. Para terminar hacen un llamamiento a buscar solución para los problemas de los niños porque, recordaron, «nos han dejado un mundo complicado». Su segunda canción fue la sorpresa. Sin llegar a ser una joya para enmarcar, la ida original de convertirse en un jurado que puntúa absolutamente todo fue interpretada con fuerza y desparpajo suficientes. «Mi vida es un concurso total y ahora juzgo yo», anunciaron antes de repartir puntuaciones. Un dos al que «no ve lo que sufre mi espalda» por la lista de materiales, que incluye una retahíla «porque la educación es más que dos libretas….» y un sinfín de materiales más. Un tres para la televisión, primero a la cadena pública canaria por emitir en diferido su concurso y luego al resto de emisoras que se centran en telebasura.

La solidaridad de Artiles

Tras una deliberación por la alimentación entre los que apostaban por el cinco y por el diez o mencionar la solidaridad de Manolo Artiles, llegaron los mejores momentos: La descalificación de Fernando Ballesteros por haber dejado a los familiares fuera del Recinto Ferial el año pasado y el 10, evidentemente, para los padres y la afición.

Melositos cerró la fase de anoche, tras sufrir un imprevisto que retrasó su actuación. Se enfrentaron, al igual que ocurriera el pasado jueves con Raviscuditos, a un foro prácticamente vacío. Su interpretación se basó primero en la crítica desde la perspectiva del futuro. Malos augurios porque «la educación actual causa un porvenir lleno de ignorantes». Se quejaron también los niños «de las murgas grandes que humillan a los demás». El segundo se convirtió en un repaso por los diferentes tipos de personajes de un instituto. En su despedida, cantaron únicamente para su afición y el personal del Recinto Ferial.

El concurso se cierra mañana con la celebración de la tercera fase en la que intervendrán Chinchositos, Rebeldes, Revoltosos, Tiquis Miquis, Friky Wiky´s, Parelepípedos y El Cabito.

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