Borja Reyes comenzó de componente en 1996 y dirigió la Ni Pico entre 1997 y 1999
Esta noche tocaba final de murgas, de haberse celebrado el Carnaval 2021 según el calendario previsto cuando el Covid no había hecho acto de presencia. Este año no hubo reventa. Fue el primer año que finalistas y no finalistas rememoraron la fiesta de la crítica y el pasacalle en sus hogares.
La murga Ni Pico-Ni Corto no ha querido faltar a la cita que no fue… y a través de sus redes sociales anunció el nombre del ganador de su premio Borja Reyes, que desde el año 2004, concede al mejor director de murga, trofeo que en esta edición, virtual, correspondió en todos los sanitarios que desde el pasado 14 de marzo lucha contra el contagio del Covid. Es la primera vez que este trofeo se concede a un colectivo y también ajena al Carnaval; un reconocimiento que enamora y que representa, con Ni Pico, el sentimiento de agradecimiento de todo el pueblo a los profesionales de la Sanidad.
Resta ahora que el anuncio se plasme en fotografía de la entrega de un busto que desde 2004 inmortaliza el rostro de Borja Reyes, quien se sumó como componente de Ni Pico-Ni Corto en 1995, el año de Los Picapiedras, y 1996, dedicado a México, para ocupar la dirección artística entre 1997 y 1999 de la “murga fundada allá por el 73”, como reza en su pasacalles.
Juan Díaz, presidente de la Ni Pico-Ni Corto en el preCarnaval de 1995, cuando se incorporó a la murga Borja Reyes, recuerda que acudió al local con Tílber y juntos pidieron sumarse al grupo, que ensayaba en el barrio de El Toscal, porque “la Ni Pico era su murga”, y la vivía con la misma pasión que sentía los colores del Real Madrid.
“No venía de otra murga; era muy humilde, amigo de sus amigos que en el grupo marcó un antes y un después; y que le distinguía sus buenos principios y exquisita educación. Cuando Alexis Hernández –entonces nuestro letrista–, me comentó: ahí tienes al nuevo director, por su desparpajo, por la forma de interpretar…”.
A modo de anécdota, Alexis Hernández apunta que “la única vez que me subí a cantar con la Ni Pico me dirigió él; fue en el Carnaval 1999. Al tipo le salía la energía murguera desde dentro, tenía una sonrisa permanente; disfrutaba de cada estrofa con el entusiasmo que un niño descubre su regalo el día de Reyes. Contagiaba a todo, transmitía y tenía la capacidad de arrastrar y hacer grupo, lo veías y te daba ganas de estar a su lado. Quizás por su sencillez, cuando se le propuso ser el director él pensó que era mucho para él porque no era consciente del carisma que tenía sin buscarlo ni esforzarse”.
Borja estudió Turismo en la Universidad de La Laguna y la oportunidad de ampliar formación en Alemania le obligó a dejar la murga de sus amores, incluso cuando volvió y se incorporó en el mercado laboral en hoteles del Puerto de la Cruz. A pesar de sus compromisos laborales, siempre mantuvo su contacto con la murga. De hecho, la noche de la tercera fase de murgas celebrada en la plaza de España en 2003, al acabar, cuando iba al Puerto de la Cruz, sufre un fatal accidente de tráfico.
Iván Morales Lorente se incorporó el segundo año de que Borja ya estuviera en Ni Pico, en lo que supuso el reencuentro de dos amigos de infancia que se conocía de la zona de Tomé Cano. “Me acabas de nombrar a Borja y me has temblando. Ha sido el mejor director de murga que he tenido. Una persona tímida con un corazón enorme. Transmitía mucho, un gran compañero y amigo de sus amigos; muy educado gracias su formación en una buena familia. Al día después de la final, me llamaron a las siete y media de la mañana y me quedé en shotch. Siempre recordaré que su madre, en el momento de la incineración nos invitó a sumarnos a la familia en el último adiós. Era una persona diez, que se vestía por los pies. No soy director, pero me gustaría tener algún día el Borja Reyes, y si no se lo tomo a algún director”, se ríe un emocionado Iván.
Juani Febles, director musical por aquella época de Ni Pico-Ni Corto, se puso al frente del la murga en 1996 y cedió el testigo a Borja. “No se distinguía por tener mucho oído, pero tenía muchísimo carisma y con la cara te narraba las canciones; es una de esas personas que cuando las conoces te enganchan”.
Juani siguió con la dirección musical –después de haber dirigido el único año que estuvo Borja de componente– y al año siguiente, 1997, se produjo el relevo. “Recuerdo cómo interpretaba los paliques que le preparaba Alexis Hernández”, apunta Juan Díaz. “En 1999 interpretamos un pasodoble de Alexis que se dedicó al director de la gala Francis Suárez. Nos sorprendió cómo se metió en el papel”, rememora Iván Morales.
A Borja Reyes lo sucedió Josechu Álvarez en la dirección de la murga que fundó su abuelo, Abelardo Díaz. Sus primeros pasos como componentes fueron en 1998 y ya en 2004 toma la batuta. “Borja te iba con la sonrisa por delante; era su carta de presentación. Tenía la capacidad de venderte la canción. Era… la puta bomba. Muy carismático, se hacía querer”.
Son los valores que representa el busto del director más joven de la historia fiel a su murga, y que la Ni Pico otorga este año a quienes luchan por salvar vidas.
Humberto Gonar
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