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Las murgas quieren un concurso, pero sin medidas sanitarias que lo desvirtúe

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Precisamente son las murgas punteras las más atrevidas a afrontar la próxima edición, siempre bajo la premisa de que la salud de los componentes está a salvo del Covid-19.

En su ADN dejan entrever el carácter competitivo, con algunas excepciones, como las del director de Zeta-Zetas, que cuestiona cómo «rimar» distanciamiento social con ensayos generales y parodias o el rechazo del responsable de Diablos a «hacer un ERTE para subir a cantar». Murgas, sí, pero sin desvirtuar su esencia.

 

Triqui-Traques (1968). Javi Ramos El Gaviota, presidente, cree que «es un poco pronto para pronunciarse sobre si preferimos un concurso o una exhibición. «Nuestro mayor enemigo ahora mismo es la incertidumbre» sobre la evolución de la pandemia. «La próxima edición no puede ser el año sin Carnaval». «No descartamos una exhibición», a la vez que admite la dificultad de concurso «como lo conocemos», máxime si se aplica el distanciamiento social. A sabiendas de que su local no reúne las condiciones para garantizar esa medida de seguridad, El Gaviota, a título personal, asegura que «si dejamos un año en blanco nos costará salir de nuevo».

 

Diablos Locos (1970). Maxi Carvajal, presidente y codirector de la murga trónica del Carnaval, prefiere esperar a conocer el planteamiento del concejal de Fiestas en la reunión de mañana. «Si no se puede hacer el concurso al cien por cien, hay que buscar otra alternativa u otra fecha, o simplemente que no se celebre si lo impide el virus». Sobre el distanciamiento: «No me veo con la murga partida en cuatro: unos en el pasacalle, otros en un tema, otros en otra canción y otros en la despedida», para sentenciar: «No voy a hacer un ERTE para que canten solo unos cuantos». La premisa fundamental: salir si lo permite la salud.

 

Ni Pico-Ni Corto (1973). David Díaz, la tercera generación de la familia Díaz, se muestra partidario del concurso, siempre que la salud y las condiciones sanitarias lo permitan. «Primero está la salud, hasta el punto que pondremos a disposición de la murga una nave de 800 metros para realizar los ensayos con el distanciamiento social. Ni Pico está organizada y protegerá a sus componentes, adaptando todas las medidas de seguridad, siempre y cuando haya Carnaval»

 

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Las murgas quieren un concurso, pero sin medidas sanitarias que lo desvirtúe

Salvo La Traviata y dudas de Diabólicas, el resto muestra su deseo de salir al próximo Carnaval

Humberto Gonar07.06.2020 | 23:00

Una imagen para el recuerdo si se mantiene la distancia social.

Una imagen para el recuerdo si se mantiene la distancia social. MARÍA PISACA

Precisamente son las murgas punteras las más atrevidas a afrontar la próxima edición, siempre bajo la premisa de que la salud de los componentes está a salvo del Covid-19. En su ADN dejan entrever el carácter competitivo, con algunas excepciones, como las del director de Zeta-Zetas, que cuestiona cómo «rimar» distanciamiento social con ensayos generales y parodias o el rechazo del responsable de Diablos a «hacer un ERTE para subir a cantar». Murgas, sí, pero sin desvirtuar su esencia.

Triqui-Traques (1968). Javi Ramos El Gaviota, presidente, cree que «es un poco pronto para pronunciarse sobre si preferimos un concurso o una exhibición. «Nuestro mayor enemigo ahora mismo es la incertidumbre» sobre la evolución de la pandemia. «La próxima edición no puede ser el año sin Carnaval». «No descartamos una exhibición», a la vez que admite la dificultad de concurso «como lo conocemos», máxime si se aplica el distanciamiento social. A sabiendas de que su local no reúne las condiciones para garantizar esa medida de seguridad, El Gaviota, a título personal, asegura que «si dejamos un año en blanco nos costará salir de nuevo».

Diablos Locos (1970). Maxi Carvajal, presidente y codirector de la murga trónica del Carnaval, prefiere esperar a conocer el planteamiento del concejal de Fiestas en la reunión de mañana. «Si no se puede hacer el concurso al cien por cien, hay que buscar otra alternativa u otra fecha, o simplemente que no se celebre si lo impide el virus». Sobre el distanciamiento: «No me veo con la murga partida en cuatro: unos en el pasacalle, otros en un tema, otros en otra canción y otros en la despedida», para sentenciar: «No voy a hacer un ERTE para que canten solo unos cuantos». La premisa fundamental: salir si lo permite la salud.

 

Ni Pico-Ni Corto (1973). David Díaz, la tercera generación de la familia Díaz, se muestra partidario del concurso, siempre que la salud y las condiciones sanitarias lo permitan. «Primero está la salud, hasta el punto que pondremos a disposición de la murga una nave de 800 metros para realizar los ensayos con el distanciamiento social. Ni Pico está organizada y protegerá a sus componentes, adaptando todas las medidas de seguridad, siempre y cuando haya Carnaval».

Mamelucos (1980). Manolo Peña, presidente de la Casa del Miedo, cree que «nos estamos precipitando para tomar una decisión». Es máximo exponente de los murgueros con ADN competitivo, y con todas las de la ley: tres fases y final. «Sólo participaríamos en exhibición si estuviesen agotadas todas las posibilidades reales de poder hacer un concurso». Asume el reto de cantar con distanciamiento social porque su local sí reúne las condiciones para ensayar. Y no deja dudas: «Si cobramos contratación, Mamelucos sacará disfraz nuevo, nunca reciclado», a sabiendas de que son 102 componentes para el Carnaval 2021.

 

Bambones (1982). La directiva de El Cardonal celebra hoy una reunión para unificar posturas. El director, Primi Rodríguez, prefiere reservar su opinión personal, y delega en el representante de Bambones. Juan Antonio Rodríguez es escueto: «Vamos a salir la próxima edición y somos partidarios del concurso, siempre que se pueda», si bien prefiere esperar al menos a septiembre para ver la evolución sanitaria.

 

Chinchosos (1987). Puestos en contacto con su director y presidente, Lolo García, y el responsable musical, Gustavo Pomares, de momento no han abordado el tema a la espera de la evolución y la propuesta de mañana del edil.

 

Marchilongas (1987). Tere Reyes, presidenta de la formación femenina decana de cuantas participan en concurso, «aboga por un concurso aunque eso suponga incluso sacrificar el número de temas, u otros aspectos por las medidas sanitarias. Sí participaríamos en una exhibición aunque sea por mantener la modalidad».

 

Trapaseros (1991). Juanka López, director, explica que «tenemos ganas de concurso, pero sabemos que el próximo Carnaval será bien distinto». Antes que nada pone por delante la salud de los componentes. «Si finalmente no se pueda hacer un concurso, entiendo que tampoco se podría hacer una exhibición, entraña los mismos riesgos. El problema está en los ensayos, muy reducidos para meter 60 u 80 personas, aunque no es nuestro caso. Hay alternativas: audios, ensayos reducidos por grupo de voces…». Con el distanciamiento social, «entran muchos factores, cuestión de sonido, microfonía, redistribución de la murga en más filas»… y emplaza a la organización a fijar «una hoja de ruta para ir analizando el nuevo formato de concurso conforme a la normativa».

 

Tiralenguas (1991). Los ganadores del Norte 2020 regresan con hambre de concurso. Su director y fundador, José Antonio Vera, precisó que el sábado la directiva del colectivo de Icod de los Vinos celebró una reunión en la que elaboraron una propuesta que prefirió mantener en secreto hasta la reunión de mañana.

 

Tras Con Tras (1996). La directora y componente fundadora, Melca Barrera, admite que están a la espera de que Fiestas plantee opciones. «Participaremos en lo que se decida, sea exhibición o certamen, porque seguro que concurso no habrá», y admite la dificultad de algunos locales para ensayar con tantos componentes. «Apoyaremos que se celebre el Carnaval siempre y cuando haya las medidas de seguridad sanitarias oportunas».

 

Ni Muchas-Ni Pocas (2000). Laura Sierra, la directora, admite la complejidad de la situación por la duda que surge sobre cómo ensayar mucha gente en un local o el temor a un nuevo brote, asumir gastos y luego que se suspenda… Prefiere esperar a la reunión de mañana con el concejal.

 

Zeta-Zetas (2003). Su director, Javi Lemus, actuaría tanto en un concurso como en una exhibición, aunque a título personal es más acertado lo segundo. «Se puede buscar la manera de tener la distancia de seguridad y cantar a la vez (tipo chirigota con micros ambiente)». Admite que los locales no reúnen las condiciones, lo que dificulta a la mayoría preparar un concurso sin ensayos colectivos y de parodia… «Si las condiciones lo permiten, Zeta-Zetas saldrá a darle murga a la gente aunque sea con una sola canción nueva montada por audios».

 

La Traviata (2004). Su presidente, Juan Díaz El Breva, se mantiene en la decisión de no concursar por miedo al contagio del Covid-19, como ya anunció, y reitera que destinen el dinero que les iba a tocar el próximo año a las familias más vulnerables. Insiste en que da lo mismo sea exhibición o concurso, el riesgo es el mismo.

 

Desbocados (2006). Juani Padilla, fundador y director, cree que «para poder ensayar o concursar lo primero es la salud y hasta que no nos reunamos y escuchemos las posibilidades que da Fiestas, lo demás es hablar por hablar».

Triquikonas (2009). Texe de la Cruz, de la murga femenina que mayores logros ha alcanzado, explica que la directiva celebra hoy una reunión para abordar la próxima edición y adoptar una postura de cara a la reunión de mañana; prefieren esperar a conocer el planteamiento de Fiestas.

 

Burlonas (2012). Adela Peña, la directora, no oculta su preocupación por cómo combinar el ensayo de 90 componentes en su actual local, por la dificultad de aplicar la distancia social. En función de la decisión que se adopte mañana, ellas tomarán la suya.

 

MasQLocas (2014). «Todo lo que sea hablar de esto es divagar hasta que no se haga reunión», dice Tani Fernández, su directora. «Estamos dispuestas a hacer Carnaval, hacer murga, nos da igual cómo; es momento de adaptarse a las circunstancias y lo haremos con las medidas que se fijen. Cada año trabajamos por y para el público y seguirá siendo así», aprovechando que «tenemos por suerte un gran local».

 

Klandestinas (2014). La directora, Cintia Prendes, no ve la diferencia entre concurso o exhibición, «porque también llevaría contacto, que es lo que hay que evitar». «Cantar con distanciamiento social seguramente será posible, pero se perdería un poco la esencia de lo que es una murga», eso a sabiendas de que no todos los locales son iguales y tal vez algunas tengan problema para ensayar con las medidas de seguridad.

 

Diabólicas (2017). Lali Carvajal, directora y presidenta, cuenta que su murga está trabajando para el Carnaval 2022. «Según las opciones que den y lo que decida el grupo saldrán, o no; tengo muchísimas chicas que no quieren salir este año y prefieren seguir preparándose para el siguiente».

 

Arremangados (2018). El presidente de la murga que ensaya en Candelaria, Agustín Expósito Papuchi, prefiere escuchar la propuesta de Fiestas; hoy mismo hará un sondeo entre los componentes para saber quiénes continuarían, con temor a la incidencia de la situación sanitaria.

 

Desatadas (2019). Tatiana García, la directora, no oculta las ganas de la murga por retomar los ensayos, y están a la espera de que se permita reabrir los locales. Lamenta que las comparsas no hagan concurso, un formato que defiende para las murgas, siempre con medidas que preserven la salud de las componentes.

 

Trabachones (2019, segunda era). Domingo López, presidente, es partidario de concurso y, como mal menor, una exhibición. «Las murgas están acostumbradas a cantar los componentes codo con codo para tener la referencia de las voces; no tenerlo complica los preparativos». «Ningún local reúne las condiciones para meter a 70 componentes, pero nosotros tenemos otras sedes provisionales y preferimos esperar a ver qué se decide el martes», todo «supeditado a que no exista un rebrote.

 

La Sonora (2020). Es la murga nueva de la próxima edición, un proyecto que lidera Carlos Estévanez. Aunque no estarán mañana en la reunión, comparten su voluntad de «participar la próxima edición adaptándonos a lo que decida la organización y la modalidad, que seguro que tendrán en cuenta las circunstancias».

Humberto Gonar

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