El disfraz murió; ahora se visten las canciones

Fuente: hgonar.es

Cuentan de forma irónica los amantes del Carnaval que Fiestas va a tener grandes problemas para configurar el jurado del concurso de murgas adultas –que se celebra a partir del lunes– en el apartado de disfraz, en especial si a quien llama ha seguido las presentaciones que desde diciembre se han ido sucediendo, cuando las inauguró Ni Muchas-Ni Pocas.

A falta de Los Que Son (que desvelará su traje el sábado 4 en el Círculo) y Chinchosos, las 19 murgas adultas restantes, y hasta la Ni Fú-Ni Fá –fuera de concurso–, han mostrado ya su fantasía.
Visto lo visto, las fuentes consultadas coinciden en que las murgas han dejado atrás su preocupación por un disfraz para desfilar por las calles y ahora prima el interés por “vestir” la canción. Un término nuevo que irrumpe en la jerga murguera.

No falta quien considera que la decisión de Fiestas de prohibir el atrezo sobre el escenario ha animado en “cuidar” más las parodias, y cantar en consonancia con el personaje que interpretan. Pero lo cierto es que antes de las estrictas medidas de seguridad impuestas de nuevo por la organización, ya muchos vestían el disfraz oficial y luego tantos cambios como temas. Algunas incluso han llegado a lucir mejor vestuario que diseño. ¿Ejemplo? Zeta-Zetas 2016 y su hombre espejo. Otro de los reyes del cambio, Trapaseros.

 

Lo que hace dos años fue una novedad, hoy es práctica habitual en la mayoría.
Ya quedó como una anécdota aquello de: “con el permiso de ustedes nos quitamos el tocado”. Ahora simplemente se cambian de disfraz en el primer tema, en el segundo, en el tercero y en el cuarto.
Se impone aquello de vestir la canción, pero el público se pierde y al final por la calle ni identifica a la murga, ni en algún caso se cuida la imagen con la que desfilan.

Lo que comenzó como una guasa, cuando se vieron algunos disfraces para 2017, por su “llamativo resultado final” se ha tornado en las últimas semanas en: a ver cuál es peor.
Algunos diseñadores creen que ahora cualquiera coge un papel y un rotulador y… se atreve.
Otros sacan números. Redondeando, una murga adulta recibe casi 8.000 euros en concepto de contrato del Ayuntamiento de SantaCruz. Si cada una tuviera una murga de 60 componentes, se podría destinar unos 130 euros por traje. Un poco menos de eso es lo que cobra una modista.

Por tanto, se supone que las cuotas que pagan los componentes (que oscilan entre 160 euros en Mamelucos hasta 80 en otras) debería ser pagar la materia prima. Ese cálculo servía para antes, cuando no se pagaban por las letras, los directores musicales, al de la percusión o… No es en todas las murgas, pero sí en la mayoría.

Hoy hay más preocupación en vestir la canción para ganar un premio en Interpretación que en cuidar la imagen con la que se desfila o canta por las calles.
A esto se suma que algunas de las murgas que han sorprendido por su calidad van y coinciden en sus fantasías (los venecianos Diablos 2017, con rondalla Mamel’s 14; los vikingos de Traviata con los de Tiralenguas; los indígenas de Mamelucos con los de Chancletas o los hechiceros de Bambones 17 con los de Zeta-Zetas 16). Si el disfraz no murió, al menos está en la UVI, sentencia Pedro Mengíbar.